
Acapulco, y el hartazgo que reconfigura el tablero político
Roberto Santos
En Acapulco, donde el descontento social se respira en cada colonia y cada comunidad, el abanico de aspirantes a la presidencia municipal continúa ampliándose.
A la lista ya conocida se suma ahora Fermín Alvarado Arroyo, un actor político con larga trayectoria que decide volver a escena justo cuando la ciudadanía parece dispuesta a replantear su voto.
Y es que el desgaste de la administración de Abelina López Rodríguez ha dejado al municipio en una situación tan crítica, que no pocos electores consideran la posibilidad de castigar en las urnas a cualquiera que haya formado parte de su círculo político.
Este clima abre espacio para perfiles con experiencia comprobada en la gestión pública.
Alvarado Arroyo, exdiputado local y federal, además de exdirector de Bachilleres y exsecretario de Educación en el estado, se presenta como un candidato natural para Morena, partido en el que muchos ven la ruta más viable para la sucesión municipal.
Él mismo ha hecho pública su ruptura con el PRI, argumentando que ese partido perdió la esencia que le dio origen para convertirse en un instrumento al servicio de unos cuantos.
Sus críticos coinciden: hoy es un solo actor el que manda en el tricolor, y es también quien se perfila para la candidatura a la gubernatura, aunque sus aportes al estado sigan sin aparecer con claridad.
En contraste, Alvarado Arroyo ha buscado construir su retorno al terreno electoral desde abajo.
Junto con su organización social, Amigos de Fermín, asegura haber recorrido comunidades y colonias para escuchar de primera mano las necesidades de la población.
De esos encuentros, dice, ha surgido un catálogo de problemas y propuestas, elaborado a partir de la escucha directa en un claro ejercicio de diálogo.
Como la mayoría de los aspirantes, reconoce que el tema más urgente en Acapulco es el abasto de agua.
La crisis hídrica del puerto ha rebasado capacidades locales y, según sostiene, debería ser el gobierno federal quien intervenga para implementar soluciones sostenibles y de largo plazo.
La incursión de Alvarado Arroyo en esta contienda no es la de un improvisado, sino la de un político que conoce los engranajes de la administración pública y busca capitalizar el profundo desencanto ciudadano.
En un escenario marcado por el hartazgo hacia la presidencia municipal actual, figuras con trayectoria, y, sobre todo, con capacidad de mostrar resultados, podrían encontrar el terreno fértil para construir una opción real de gobierno.
Falta ver si la población está dispuesta a apostar por un rostro conocido, pero distanciado de su antiguo partido, o si preferirá abrir la puerta a nuevos perfiles.
Lo cierto es que Acapulco, cansado y urgido de soluciones, está reconfigurando su mapa político, y en ese reacomodo Fermín Alvarado Arroyo ocupa un lugar visible.
