
Bruselas. El Presidente del Consejo Europeo, António Costa, afirma que, en la lucha contra el narcotráfico, como en el tema migratorio, las claves son la cooperación internacional, el respeto mutuo y el pleno cumplimiento del derecho internacional.
En la cumbre CELAC-UE en Santa Marta, Colombia, el presidente del máximo órgano de decisión de la UE describe a México como un “socio clave”, califica de “lacra” la violencia política y afirma que comparte con el gobierno mexicano la “determinación para poner fin a la violencia e impedir que las redes de narcotráfico puedan imponer el miedo”.
A la vez, asegura que para atraer inversiones se requieren tribunales de justicia imparciales, independientemente de cuál sea el proceso de elección de los jueces.
Sobre la posibilidad de incluir a los cárteles mexicanos en la lista de organizaciones terroristas de la Unión Europea (UE), explica que el Consejo “no ha entrado a debatir a fondo a esta cuestión”.
Luego de la cumbre en Santa Marta, ¿Cómo ve el futuro de la relación entre la UE y América Latina en un mundo cada vez más inestable y volátil?
El hecho de que, finalmente, a pesar de todas las dificultades y del difícil contexto geopolítico, celebráramos la cumbre CELAC-UE en Santa Marta y acordáramos un extenso comunicado conjunto demuestra lo importante que la relación birregional es para ambas partes. En política, los espacios que se abandonan tienden a ser ocupados por otros y, a veces, es muy difícil volver a recuperarlos.
La UE no va a abandonar a América Latina y al Caribe, vamos a seguir siendo un socio fuerte y predecible. Y en Europa sabemos también que CELAC va a seguir trabajando con nosotros de manera decidida. Esto es algo que no debería sorprender a nadie porque tenemos muchas cosas en común. No sólo las más obvias como las lenguas, la cultura o nuestra confianza en la democracia, sino que compartimos prioridades tan relevantes como la lucha contra la emergencia climática, el impulso a una transición energética y digital justas, así como la defensa del multilateralismo y un orden internacional basado en reglas con la carta de la ONU como marco de referencia.
En un mundo como el actual, en el que se empiezan a cuestionar valores fundamentales como la democracia, el multilateralismo, o la lucha contra la emergencia climática, que dos regiones que juntas representan un tercio de la Asamblea General de la ONU lleguen a acordar una visión común, con unas prioridades claras, manda un mensaje muy nítido al mundo, un mensaje que además viene acompañado de acciones y proyectos concretos.
